26.6.06

Un poquito de mitología moderna

“Es concebible que tales potencias o seres hayan sobrevivido... hayan sobrevivido a una época infinitamente remota donde... la conciencia se manifiesta, quizá, bajo cuerpos y formas que ya hace tiempo que se retiraron ante la marea de la ascendente humanidad... formas de las que sólo la poesía y la leyenda han conservado un fugaz recuerdo con el nombre de dioses, monstruos, seres míticos de toda clase y especie...”
Algernon Blackwood
“Los sueños son más viejos que la cavilosa Tiro, la contemplativa Esfinge, o Babilonia, guarnecida de jardines”
Henry Anthony Wilcox
“(...) había visto en sueños una ciudades ciclópeas de enormes bloques de piedra y gigantescos y siniestros monolitos de un horror latente, que exudaban un limo verdoso. Muros y pilares estaban cubiertos de jeroglíficos, y de las profundidades de la tierra, de algún punto indeterminado, venía una voz que no era una voz, sino más bien una sensación confusa que sólo la fantasía podía reproducir en sonidos y que trató de expresar por medio de esta unión de letras casi impronunciables: Cthulhu fhtagn.”
“(...)(el monstruo) estaba allí desde antes de La Salle, de los indios, y aun de las bestias y los pájaros del bosque. Era una verdadera pesadilla, y verlo significaba la muerte. Pero se aparecía en sueños a los hombres, y eso bastaba para que éstos se mantuvieran alejados. (...) Sólo la poesía o la locura podían haber reproducido los ruidos que oyeron los hombres de Legrasse mientras atravesaban lentamente el sombrío pantano, acercándose a la luz rojiza y a los apagados tam-tams. Hay una cualidad vocal propia de los hombres y una cualidad vocal propia de las bestias; y nada más terrible que oír una de ellas cuando el órgano de donde proviene debería emitir la otra.”

(de Howard Phillips Lovecraft)

Fragmentos sobre la muerte

Iván Ilich veía que se estaba muriendo y se desesperaba.
En lo más hondo de su alma se daba perfecta cuenta de que se moría, pero él no estaba acostumbrado a ello; además, no lo comprendía, no podía comprenderlo.
El ejemplo del silogismo que aprendió en la lógica de Kiseveter: <>, en el transcurso de toda su vida le pareció justo sólo en lo tocante a Cayo, pero de ningún modo respecto a sí mismo. Aquél era Cayo-hombre, el hombre en general, y lo de la muerte era completamente justo; pero él no era Cayo ni un hombre en general, sino un ente distinto, completamente distinto de todos los demás. (...) ¿Acaso para Cayo existía aquel olor de la pelota de cuero que tanto gustaba a Vania? ¿Acaso besaba Cayo de tal modo la mano de la madre y susurraban para Cayo de la misma manera los pliegues del vestido de seda de la madre? (...) ¿Por ventura estuvo tan enamorado Cayo?
<>
Esto era lo que él sentía.
<>
(...)
<<¿Es posible que sólo ella sea verdad?>>
(...)


“Despierto. Tengo ante mí, detrás de mí, la noche eterna. He dormido durante millones de años; durante millones de años voy a dormir...No tengo más que una hora. ¿Ibais a estropeármela con explicaciones y máximas? Me estiro al sol, apoyado en la almohada del placer, en una mañana que jamás volverá .”
de “El tiempo, gran escultor” de Marguerite Yourcenar

“Tres mil seiscientas veces en cada hora, el segundo murmura: ¡acuérdate!- y con su voz seca de insecto, dice el ahora: Soy el ayer, y en efecto me he chupado tu vida con este labio inmundo.” “Acuérdate que el tiempo es jugador tenaz, ¡que no hace trampa y gana tiro a tiro! Es la ley. El día baja; crece la noche, ¡acuérdate! se agota la clepsidra; el abismo es voraz.”
de “El reloj” de Charles Baudelaire

“Un día hay vida. Por ejemplo, un hombre de excelente salud, ni siquiera viejo, sin ninguna enfermedad previa. Todo es como era, como será siempre. Pasa un día y otro, ocupándose sólo de sus asuntos y soñando con la vida que le queda por delante. Y entonces, de repente, aparece la muerte. El hombre deja escapar un pequeño suspiro, se desploma en un sillón y muere. Sucede de una forma tan repentina que no hay lugar para la reflexión; la mente no tiene tiempo de encontrar una palabra de consuelo. No nos queda otra cosa, la irreductible certeza de nuestra mortalidad. Podemos aceptar con resignación la muerte que sobreviene después de una larga enfermedad, e incluso la accidental podemos achacarla al destino.; pero cuando un hombre muere sin causa aparente, cuando un hombre muere simplemente porque es un hombre, nos acerca tanto a la frontera invisible entre la vida y la muerte que no sabemos de qué lado nos encontramos. La vida se convierte en muerte, y es como si la muerte hubiera sido dueña de la vida durante toda su existencia. Muerte sin previo aviso, o sea, la vida que se detiene. Y puede detenerse en cualquier momento.”
de La invención de la soledad de Paul Auster

Alguito

Hoy he sentido (y ¡vaya si no es poco!) que era capaz de Amar cualquier cosa que fuese amada por alguien más. Esto es, la capacidad de Amar todo lo que fuera en sí amable. Y ¿cuánto es esto sino, todo, o casi todo lo que ha existido sobre el Mundo?
Pero sé que no he de hacerlo, pues nadie hasta ahora me ha dado una buena razón para que quiera ser Pura.
Me estoy poniendo romanticona, ¿no? Es que ya es hora es dormir...

(4/1/1980)

Breve Historia

Ante tiempos confusos, difíciles acaso, se presentó Él. El Salvador, el Único, el Elegido. Él... bien digo. Enseñó a Q la moral, enseñó la Fe, enseñó el Amor. Q fue pronto más que un cuerpo y ¡cuánto más! Una persona. Pudo, al fin, sonreír a la Vida, y hablar con Él era (al fin) realmente hablar.
Hubo que aclarar muchas cosas, porque los términos del trato eran confusos. Ya sabían que se sucederían siglos de filosofía por ello, y acaso nunca acabasen (eso creían). Y aun así hubo malentendidos... Él atacó duramente a todos los Seres Mágicos, y hubo que quemarlos en la hoguera porque no eran Dignos. También hubo que encerrar después a quienes lo recriminaban, porque... bueno... porque era Él, no más que eso.
Al final, se supo (o no) que nadie debía morir, pero es que entre ellos no se entendían claramente. Sin decir más, Q creyó que él prometía la Paz. Tal vez sí lo hacía, mas... no fue Paz lo que llegó al mundo.
Pasaron cosas... todos saben... Él, el perfecto, el inmaculado, el soberano, terminó por mostrar sus manos manchadas de Infierno, y Q aprendió el dolor, aprendió la naturaleza de lo impuro.
No hace falta pensar demasiado para saber qué pasó después... Q desconfiaba... y había palabras mucho más hermosas que lo invitaban a vivir de otro modo más acorde a sus costumbres. El Discurso de la Razón lo invitó por sus caminos nihilistas y allá fue, que se volvía positivo, que se volvía romántico, que se volvía positivo... Claro, cuando se sintió solo, volvió a añorar a Él que había sido por largas eras un consuelo, una verdad, un único abrazo omnipotente. Tal vez no real, pero si intensísimo y digno de Amar.
Así sucedió el Tiempo De las Confusiones, en que Q volvía a confiar en Él (acaso por desmemoria, por escucharlo... o por su necesidad de no morir tan pronto), y luego decía que no, que no, que ya superé esto, lo pasado pisado, bla bla bla... En fin, un vaivén de decisiones siempre absolutas e igualmente perennes.
Lamento no poder decir cómo termina (si termina) esta historia. Continúa sucediéndose insoportablemente junto al Tiempo, como si no hubiese de acabar nunca. Y es que no es, como parece, la historia muchas veces relatada del Cristianismo y el Hombre, sino en cambio mi propia y fantástica historia de Amor.
Sepan disculpar la franqueza.
(Viernes 4 de Enero de 1980. Oh, no, esperen... eso es lo que marca la computadora. Es la madrugada del 16 de Junio del 2006).

AP I

(4/6/06)
El Amor existe, sin lugar a dudas. Su existencia data del s.LXIX a.C, en un manuscrito que relata el primer suicidio por Amor. A través de los años, y en diversas culturas, fue ilustrado por parejas famosas (Cleopatra y Julio César, Adán y Eva, Abel y Eva, Claudio y Eva, Romeo y Julieta, Sartre y Simone de Beauvior, Máxima Zorreguieta y el príncipe Carlos, el mismo príncipe y Eva, Raquel y Alberto, Superman y Luisa Lane, Juanito y Eva, y así) o por famosos enamorados eternamente rechazados o fracasados (Cyrano de Bergerac (?!), el Jorobado de Notre Dame, Alejandro Sanz, Marosa DiGiorgio, Julián...). No me extenderé mucho más sobre este punto: el hecho es que existe. Y, si tomamos historias como la de Penélope o las de Helena de Troya, La Divina Comedia, Antígona, etc, notamos que los seres humanos, por Amor, hacen cualquier cosa. Los actos más desquiciados han sido obra del Amor o ¡peor aun! del Desamor, que es doblemente destructivo.
El Amor modela el cuerpo y desequilibra la mente. Enciende, inquieta, no deja dormir tranquilo ni pensar en las matemáticas. Las personas por Amor matan y se suicidan, se escapan, renuncian a lujos y riquezas, renuncian a la seguridad, mienten descaradamente, sufren castigos, compran horribles osos de peluche con toda candidez y se bañan todos los días, entre otros actos anormales. El Amor escribe libros, cruza el mar, cruza el hielo, supera las distancias fijadas por los océanos. Encuentra flores únicas en el mundo, vence dragones y ogros terribles, embota la mente de los más sabios, pone en guardia a los líderes como ante el peor enemigo. El Amor enloquece, redime, perturba, agita los sentidos. Mueve. Conmueve. Vuelve la vida un hecho real.
Y uno, que usa la palabra Amor tan fácilmente, siempre ahí, en la punta de la lengua, baboseada y manoseada por cualquiera... uno que llora y se entristece por Amor, pero de todas formas se queda en casa comiendo pan y haciendo tareas, de todas formas sonríe a las personas malvadas que obstruyen la comunicación y a las personas estúpidas que hacen preguntas para que uno responda “nada...”, de todas formas se ata los cordones, toma la leche, se ríe con los chistes del diario... como si nada pasara. Uno que dice amoramoramor, teamocontodaelalma, tequierohastaelcieloylasestrellasmáslejanasinclusoesaroja(cuál)laqueestáalladodelaluna, etcétera... y sigue ahí, en la vida conciliadora y liviana, en la rutina que todo lo homogeneiza, entre las gentes de palabras planas y sonrisas planas y miradas secas. Uno –vos, yo, cualquiera- que se ha alimentado de las historias más sublimes, que ha planeado en detalle la Perfecta Muerte por Amor, que ha inventado y reinventado personajes desquiciados de palabras apasionadas... uno que se cree enamorado, no es capaz de intentar siquiera una pequeña nave para ir en busca de una estrella.
A nosotros el Amor no nos mueve. No nos ha salvado de nada. Moriremos de cáncer o atropellados por un auto, como cualquiera. De hecho... moriremos. Tal es el Destino de estos cuerpos frágiles.

15.6.06

Las Causas (descanso del nihilismo)

Los ponientes y las generaciones.
Los días y ninguno fue el primero.
La frescura del agua en la garganta
de Adán. El ordenado Paraíso.
El ojo descifrando la tiniebla.
El amor de los lobos en el alba.
La palabra. El hexámetro. El espejo.
La Torre de Babel y la soberbia.
La luna que miraban los caldeos.
Las arenas innúmeras del Ganges.
Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña.
Las manzanas de oro de las islas.
Los pasos del errante laberinto.
El infinito lienzo de Penélope.
El tiempo circular de los estoicos.
La moneda en la boca del que ha muerto.
El peso de la espada en la balanza.
Cada gota de agua en la clepsidra.
Las águilas, los fastos, las legiones.
César en la mañana de Farsalia.
La sombra de las cruces en la tierra.
El ajedrez y el álgebra del persa.
Los rastros de las largas migraciones.
La conquista de reinos por la espada.
La brújula incesante. El mar abierto.
El eco del reloj en la memoria.
El rey ajusticiado por el hacha.
El polvo incalculable que fue ejércitos.
La voz del ruiseñor en Dinamarca.
La escrupulosa línea del calígrafo.
El rostro del suicida en el espejo.
El naipe del tahúr. El oro ávido.
Las formas de la nube en el desierto.
Cada arabesco del calidoscopio.
Cada remordimiento y cada lágrima.
Se precisaron todas esas cosas
para que nuestras manos se encontraran.

Jorge Luis Borges