17.12.08

Reflexión acaso errónea sobre ciertas imperfecciones del número tres

  Tres hombres me caminan por la piel. Cada uno arrastrando el peso que pueden cargar en los ojos. Cada uno con la mirada abollada por manos un poco anónimas. Cada uno con su color especial para el silencio.

  Son tres. Eso quiere decir que es uno, es uno, es uno, agrupados por la imbecilidad que comparten la matemática y las palabras.
  Cada uno es todo. Él tiene un pasado que todavía se le escapa por la boca. Él tiene un pasado que se le escapa todavía por la boca. Él tiene un pasado que todavía se le escapa por la boca. En este párrafo, la palabra también no existe.
  Ninguno puede, pudo ni podrá soportar jamás ser agrupado dentro del número tres. Eso quiere decir que ninguno ha de leer nunca estas palabras. Ni tampoco aquel texto que los agrupa de a cinco. Ni ése en que logro nombrar más de diez. A cambio de no decirles la verdad, ellos tampoco van a revelarme las listas en que han escrito mi nombre.
  Camino en la cabeza de tres hombres. Acaso porque los tres se equivocan en lo mismo: confunden la belleza con el placer de ver. Y erigen torres de palabras sobre esa indistinción. Yo protesto un poco, pero los dejo hacer. Nunca me creen cuando digo algo que importa.
  Sobre mi piel, en caminos que casi no se cruzan, van tres hombres que merecen palabras con parasiempres. Dentro de ellos, en cada cabecita despeinada, voy yo. Ahí estoy, me veo, a paso manso, a ningún apuro porque ahí la muerte no existe. Y a ellos el miedo les dobla la mirada cada vez que dejo de sonreír.

4.12.08

(al fin pude escribir este auchi)

  El amor que queda amontonado cuando dejamos de enchastrarlo en la cara del culpable se parece bastante a un acolchado. Y es verano, qué voy a hacer con todo esto. Si lo pongo encima de la mesa, dónde hago lo deberes; si lo pongo en la repisa, dónde guardo mis libros. Si lo tiro por la ventana no, que se va a mojar cuando llueva, o el perro lo va a olfatear, pobre amor mío que no tiene una casucha donde esconderse. 

- Tiralo a la mierda -me dice mamá, a la que no le gusta amontonar cosas viejas. No sabe, nunca sabrá, que tengo más acolchados escondidos en el sótano y me rasguñan cuando bajo a buscar alguna otra cosa.
  Dónde lo pongo. Un lugar donde esté cómodo, no todo apretado. Uno termina por encariñarse con el amor. Sobre mi cama voy yo. Abajo de mi cama hay otra cama. Y abajo de esa otra cama duermen mis fantasmas más cercanos. ¿Y si me lo como?
No, qué horror, cómo te vas a comer al amor.
Por qué no, a lo mejor es rico.
  Y mientras tanto el acolchado crece como un monstruo escarlata y mojado. O mejor dicho es un monstruo mojado y rojo que es como si creciera, no sé. Cuando está manso y me acaricia siento sus manos enormes pesar sobre mi cuello. Te tengo que guardar, le digo. Ronronea. Creo que está llorando. Y yo también.

25.11.08

Snif (y con música es perfecta)

(...)

La primavera en aquel barrio
se llama soledad, se llama gritos de ternura,
pidiendo para entrar y en el apuro está lloviendo
ya no se apretarán mis lágrimas en tus bolsillos
cambiaste de sacón
Un día nos encontraremos
en otro Carnaval
tendremos suerte si aprendemos
que no hay ningún rincón
que no hay ningún atracadero
que pueda disolver en su escondite lo que fuimos.
El tiempo está después...

  (Fernando Cabrera, El tiempo está después)

17.11.08

No son preguntas retóricas.

  ¿Cuánto soy sin vos? Sin amar. Sin amor. ¿Cuánto soy? ¿Cuánto queda de mí cuando nada doy? ¿Hay algo de mí que persista en la soledad? ¿Existiría esta reflexión, siquiera, si no te hablar aa vos, siempre a vos, tengas el nombre que tengas? Y yo ¿tendría un nombre, siquiera, si nadie lo dijese? ¿Cuánto hay de mí en la sustancia y cuánto es puro amor fluyente?
  Soy con o soy para
      pero ¿soy sin?
             ¿soy?

29.10.08

Escribir.
que la tinta llore las cosas que ya me cansé de llorar
escribir los ríos de barro húmedo, los resoplidos y temblores del pecho
las manos vibrando no pudiendo parar
el rostro hecho un nudo, el cuerpo un montoncito de querer ya no estar
no haber estado nunca,
de un golpe, tachar esta cabeza quemada y escribir otra, otra mejor.
no mucho mejor.
apenas más espaciosa
más clara
con cortinas blancas y viento, y
reescribir
me toda
tomar la lapicera de esa forma difícil y escribir de nuevo
mi cuerpo
no tan distinto
apenas más pequeño
apenas menos de vidrio
los ojos con un poquito más de voluntad de ver
y un poquito menos de ganas de inventar
dscribir -de nuevo, sí, igual a como están-
cada lunar, cada punto, cada raspón de mi geografía
y seguir escribiendo el placer de lo blando hacia atrás
hacia atrás
hacia cada gota de pasado
Reescribir la cinta de mi vida
No tan distinta
Apenas un poquito más leve,
menos enjunta, más brazos abiertos
más grito que tragar saliva
más pies en el suelo que latido contra el pecho
qué sé yo
reescribir la historia
Un poquito menos yo y más leve
más leve
para que las alas de tinta que maldibujo
puedan llevarla por los aires hasta un dios más o menos existente
y pedirle que escriba una llave
y que me deje pasar.

25.10.08

Diálogo de actualidad

S1-: Che, ¿No sabés qué paso con eso de que el capitalismo se caía, no se caía...?

S2-: No, no, la verdad que no.
S1-: Ah... ¿y no supiste cómo terminó lo de la Máquina de Dios? ¿Al final nos morimos todos o no pasó nada?
S2-: Mirá, últimamente no estoy viendo el noticiero, así que ni idea...
S1-: Qué mal, loco, tendríamos que estar más informados sobre lo que pasa en el mundo.
S2-: Se...

20.10.08

Una mujer tremenda

  Leonor Silvestri debe ser una mujer difícil. "Soy mi propia categoría de género" dice, y entonces uno está seguro de que debe ser difícil. Difícil y fantástica, directamente proporcionales, como son loas personas que valen la pena.

  A mí me devolvió las ganas de un par de militancias que he abandonado hace un tiempo, casi sin querer: la de género y la de anarquismo. Voy a tener que inventar tiempo para volver a la carga. Y tiene ahí una lista de autores de poesía que está muy buena para investigar...
  Ehm, no hablo más, los dejo con ella: http://leomiau76.blogspot.com/. Y desde su perfil se puede acceder a un blog donde habla sobre la cultura (erótica, principalmente) de la Antigüedad Grecolatina. Un placer, realmente.

29.9.08

Carta a un amigo inexistente

La posibilidad de la música corre más rápido que yo. No la alcanzo.

Son las doce y doce
y fueron, hoy varias veces, las seis y seis, las siete y siete, las diez y diez.
Estoy cansada. No entiendo. No la alcanzo.
Hoy fui tan feliz y fui tan miserable luego. A las nueve y nueve, tal vez, que no miré a tiempo.
Tengo mucha gente que me abrace y necesito más.
Tengo mucha gente que me escucha y te escribo a vos, nadie.
No alcanzo la música. No llego.
Me angustia que no sea una cuestión de voluntad, sino de tiempo que ya perdí. No la alcanzo.
Me angustia la fragmentación de éste mi discurso.
Alguien en mi casa dice: el frío existe. Y eso me pone triste. Por qué. Por qué.
Hoy escribí la esperanza del futuro. Masticaba truenos, pisaba la tormenta del martes que viene. Pero no tengo permitido habitar en pasados ajenos, mi máquina del tiempo sólo sirve para que los fantasmas me golpeen en la panza y me hagan llorar mostrándome sus llagas. No tengo permitido cantar con voces ajenas. Luché con la tormenta y perdí, y no lo sabía. No tengo permitido dejar que a mi cuerpo lo moldee el amor. A mí sólo me tocan las manos del dolor. Nunca dejaron de tocarme, mirá las marcas: no tengo conectores, no puedo ni escribir.
Hoy traté de volar, otra vez, sin esperar la ayuda de Dios, esperando la de la tormenta. Pero ella usa su viento para matarme de amor, no para vivirme de él.
Quiero avisarles a todos que no me hablen porque no les voy a responder. Y no puedo, porque nada más puedo hablarte a vos, nadie, a vos.
No la alcanzo. La posibilidad de la música se voló lejos. Se solidificó antes que mi agua se fundiera en ella.
No entiendo. Estoy cansada.

No es ninguna hora.
Hoy fueron tantas veces las tres y tres, las once y once, las doce y doce.
Es como si el mundo tratara de decirme algo y yo no entendiera.
Es como si yo quisiera leer algo en los balbuceos del mundo, y en realidad no hubiera nada.
Sólo las doce y doce, las diez y diez, las siete y siete.
No la alcanzo. Corre tan rápido. Hacia el pasado corre, y yo no puedo volver a un camino que no fue el mío.
En el pasado sólo están los chicos, hola chicos, cómo están. Y todas las señales enredadas con nadas y con tristes pocos. No las veo. No entiendo.
¿Sabés? Ya no dibujo con el azúcar. Ya no combino el color de las tazas con la ropa. Ya no escribo completas las cosas que me gustan. Ya no corro por los párrafos como cuando mi intelecto era joven. Ya no apuesto todo a la intensidad. Ya no compito con Dios a ver quién es más increíble. Ya ni siquiera estoy enamorada de Dios. Ya no sonrío tanto cuando me llueve encima. Ya no puedo ver las formas en lo que escribo. Ya no escribo ninguna novela. Ya no dibujo. Ya no sé pintar. Ya olvidé casi todas las cosas que con esfuerzo había logrado que mi cuerpo aprendiera a hacer. Ya la gente no sabe que la quiero. Y lo peor es que cada vez los quiero más, a todos.
Encima, mi pieza está llena de libritos mal escritos por mí, en el lugar que podría ocupar mi piano, mi edén.
Con el tiempo descubrí que las cosas que más me hacen feliz son tres: hamacarme, nadar, tocar música.
Ya no puedo hamacarme porque me mareo.
Ya no nado nunca. La respiración, el frío y la distancia del agua me lo impiden.
Y la música... la posibilidad de la música... corre hacia el pasado
y no la alcanzo. Y no la voy a alcanzar.

Voy a llorar. Es lo único que hago bien todavía: llorar. Lo único que me separa del resto de los mortales.
No es ninguna hora. El futuro no es el trueno. El pasado no es la música. Y no es todavía la una y uno.
Voy a llorar. Si no vuelvo, es porque fui feliz.

25.9.08

De la primera forma de quedarme sola.

  Cuando era chiquita, mi abuela me enseñó a creer en Dios. Que había que rezar todas las noches y todas las comidas y todas las casi todas cosas existentes. Y yo creía y trataba aunque era difícil acordarse todo el tiempo del sujeto en cuestión.

  Una vez, me di cuenta que mi sueño más grande era volar. Seguí todas las reglas: creí fervientemente que podía, me porté bien, amé con pasión el vuelo, me hundí hasta lo más profundo del espíritu en ello. Pero no funcionó. 
  Entonces acudí a pedir ayuda al bueno de Dios. Estaba muy emocionada. Recé como doscientos Padrenuestros y Avemarías y me dispuse a leer muchas veces un librito de catecismo que había en mi mesa de luz. Pero a las pocas páginas, encontré que no podía pedir nada. Sé feliz con lo que tienes. Es pecado esperar más. Es pecado desear. Es pecado soñar.

  Lloré muchas horas. Y dejé de creer en ese dios.

5.9.08

Últimamente estoy cursi. Disculpen.

Los sueños se hacen con lo que recordamos.
Los miedos nacen de lo que recordamos.
Los deseos hacen pie en lo que recordamos.

¿Y el amor? ¿El amor está hecho de recuerdos?

Bueno, la lista es totalmente arbitraria pero creo que es indiscutible. Queda la pregunta. ¿Puede uno amar sin recuerdos?
¿Puede uno amar a una madre que no lo crió, si nadie habló de ella, si no hay ni siquiera recuerdos inventados sobre los que apoyarse?
¿Puede uno amar a alguien si todos los recuerdos de esa persona son dolorosos, ofensivos, negativos?
Si había amor y se fue olvidando ¿qué queda?
¿Hay algo en el cuerpo, alguna marca del vínculo, que permanezca más allá del olvido?
¿Existe que los recuerdos persistan y el amor se desvanezca?
Pero hablo desde la química. ¿Hay muchas memorias? ¿Hay alguna memoria genética que nos una a nuestros padres y hermanos?
Le pregunto a la ciencia. ¿Existe el amor sin recuerdos?

20.8.08

fráilti (zy?) néim is guoman

Ella: Parte de madurar es no enamorarme de Lucas.

Otra ella: Parte de enamorarse es no madurar.

Ella: Bueno, pero es imposible madurar inicialmente sin enamorarse primero.

Otra ella: Entonces ¿enamorarse por primera vez te hace madurar y enamorarte en segundos términos te impide la maduración?

Ella: ...

Otra ella: Estás en el horno.

Ella: Ya sé.





Algunas personas deberían someter sus órganos amorosos, es decir todo el sistema enamoratorio, a procesos de cauterización definitiva o extirpación quirúrgica.
Pobre, pobre Hamlet. Nunca me va a querer.

15.6.08

El Final de la Respiración


. Bueno, publiqué el librito.
. Si creyera en dedicatorias, lo habría dedicado a una persona que ya no existe, por varias razones. Escribiéndo sobre él y, principalmente, a él aprendí a escribir. Acaso las cartas que solía hacerle, impublicables, niñas, melodramáticas, sean mi mejor obra. Él fue, además, el único que alguna vez entendió la relación directa entre los poemas y mi vida; combinando inteligencia e intimidad logró "comprender" qué es lo que yo trataba de decir. O por lo menos fue el que más lejos llegó.
. Cuando él se fue de mi vida, empecé a respirar mal. Algo tendrá que ver, entonces, con todo esto.
. Pero pensándolo bien, tiene mucho que ver. El libro, mediante los poemas, relata una historia. Mi historia. Y si bien el principio es apócrifo, pues en el verdadero principio nunca me faltó aire ninguno, los demás sucesos son reales: la asfixia, la desesperación, el apocalipsis, y finalmente el renacimiento sin euforia, el que lamenta todavía todas las ciudades que le mató la guerra. Y él, este muerto tan querido, es quien prestó su nombre para llamar de algún modo al caos.
. Si creyera en dedicatorias, la de este libro correspondería a él. Tendría que haberle inventado otro nombre para evitar confusiones, tendría que haber dado -sin duda- todas estas explicaciones, y acaso algunas más.
. Pero no creo en dedicatorias. El libro es mi palabra. Es, de algún modo, un recorte de mí. Y dedicarme a un muerto sería no sólo mentiroso sino también hipócrita: mi cuerpo, mi vida, siguen creciendo hacia la luz, y otros son los motores del movimiento. Necesitaba, sin embargo, hacer las aclaraciones correspondientes.

. Y quisiera disculparme además, para quienes vayan a leerlo o ya lo hayan hecho, por alguna desprolijidad en los textos y en la lógica de su ubicación. Las excusas son varias, pero es inútil enumerarlas: nadie va a cambiar lo que está impreso.
. No miren estas improlijidades con benevolencia; aun más: ubiquen los errores (que recién ahora puedo ver como grandes marcas rojas que pinchan los ojos) y ódienlos y sáquenles la lengua y márquenlos con gruesos fibrones. La mediocridad no merece la impunidad de la que goza usualmente. Condenémosla.

. Hechas todas estas aclaraciones, me despido. No estoy de humor para presentar los aspectos formales de este librito. Besos.

6.6.08

La fatiga del ser que ama al mundo

Hoy me levanté y, como todos los días, me dispuse a amar las cosas. Los seres de agua nos volcamos fácilmente sobre los muebles, los ilustres desconocidos, los sustantivos abstractos. Y ellos nos rechazan, en general, con la simplicidad de quien ha nacido para ser mirado.

5.5.08

Alternativa

Y si nos fuéramos dulcemente, despegando centímetro a centímetro, fingiendo que es un juego, que no existe, que la distancia es un cuento de hadas. Y si nos abandonáramos entre sonrisas, si cambiáramos segundos de piel por otros segundos diferentes, con perfume de flores o de ciudad; si diéramos a cambio una sonrisa, y nos abandonáramos primero un minuto, y después dos, y paso a paso olvidáramos lo recorrido. Si saliéramos del amor como se sale del agua, o de la niñez, frescos y arrebolados. Si evitáramos el funeral de las promesas y simplemente nos fuéramos a dormir a otra parte, cantando bajito esa canción sobre barcos que ya no significaría nada. Si nos fuéramos de a poco, como de mentira, si dijéramos que las lágrimas son por esa película, si después del cine tuviéramos que hacer algo y ya no fuéramos a tomar el café. Si todos los días tuviéramos que hacer algo, algo que nos llene la mente y nos haga sonreír a pesar de la tensión, hasta que el cuerpo fuera olvidando (tiene que hacerlo) el contacto, el calor, la caricia específica, ese gesto que hacés siempre con los dedos sobre mis hombros. Si nos zambulléramos en un libro hasta que el perfume del otro -tu perfume tibio de mar- se perdiera entre los perfumes de otras manos pasadas, y los nombres fueran cualquier nombre, una ola más en el recuerdo. Y si nos fuéramos sin tantas palabras, centímetro a centímetro, sin decirle a nadie ni ponerle nombre al tiempo nuevo; si llenáramos la mente de ananá y música con letra, y cantáramos sin oírnos, sin oír nada, nada, ni el mar.
Si, casi sin hacer ruido, desenredáramos los futuros y los colgáramos de árboles diferentes, acaso próximos, no sé. Si saliéramos del otro como se sale de la niñez, del agua fría: con la cara brillante y sin mirar hacia atrás.

4.5.08

Trafalgar, maniquí, sinécdoque altruista de un pollo naranjoso

Dirás (o pensarás, más bien, porque las palabras no te sobran) que soy ninfómana, o amoropática, o todofílica, o insoportable. Y notarás al instante que una sola palabra no puede abarcar el oleaje complicado que lleva mi amor lejos para luego traerlo y arrojarlo furiosamente contra los tres millones de granos de arena que comprenden tu cuerpo.
Es curioso que vayas a decir (bah, pensar) esto mismo. Es curioso porque es justamente lo que yo esperaba que dijeras. Justo lo que yo te haría decir si fueras un personaje de mis textos. Sí, te haría insoportarme si pudiera escribirte, porque en verdad es lo que deberías hacer. Pero de todos modos es lo que harás; la existencia es, al fin y al cabo, un espejo de nuestras voluntades literarias.
Dirías que tengo un hambre de siglos, una necesidad enferma de ser amada, si no lo hubiera dicho yo antes, digamos, ahora mismo. Si no lo dijera yo todo el tiempo lo dirías vos, lo sé, claro que de otra forma, con menos palabras y más miradas. Y me dolería demasiado, así que lo digo yo ahora, pronto, antes de que transformes mis palabras en alfileres.
Dirás (¿o ya dijiste?) que me siento fea y por eso necesito seducirte todo el tiempo, convencerte -para convencerme a mí- de que con suficiente esfuerzo puedo ser hermosa. Pero eso no está bien. Deberías haberlo dicho de otra forma, deberías haber dicho que -al igual que las demás mujeres del mundo- necesito de otro ojos para verme, y que apenas queda mi cuerpo desprotegido de miradas ajenas comienzan las confusiones, las alucinaciones, en un segundo me pierdo en la tiniebla de la inseguridad. Deberías haber dicho eso, pero claro, no lo sabías, no podés recordarlo todo el tiempo.
Dirás (y en realidad es bastante curioso que vayas a decir justo lo que yo supongo que dirías cuando pudieras hablar) que basta, que me Amás, que me deje de romper las pelotas con esa necesidad imperante e ininterrumpida de que me asegures, me certifiques, me jures y perjures que te gusto, que todavía me querés, que no te pasa nada.
Y yo voy a responderte (andá sabiéndolo), con los ojos llenos de lágrimas y la panza hecha un bollito de papel rayoneado, que todo el amor que yo profesaba a la existencia fue a parar a tu estómago cuando decidiste comerte al mundo a pesar mío, y que -para que sepas- todas mis horas se aferran al amor para no ser vanas, y mi cuerpo (que está hecho de tiempo) se pliega a la tarea ciclópea de absorber con todos los sentidos esa masa terriblemente efímera que solía llamarse vida y ahora se llama Vos, y que es para protegerte de mí misma (bien sabés que es necesario) que recorto cuidadosamente cualquier línea de pólvora que mi amor riege fuera de los límites establecidos de tu cuerpo. Y también voy a recordarte que duermo como promedio tres horas menos que vos, que no miro tele ni me distraigo -en general- con ficciones que no cuenten con tu nombre, y que durante todo ese tiempo extra no dejo nunca de amarte, pero tampoco ignoro que -justo en ese instante- estás durmiendo inocententemente muy lejos de donde existo, razón por la cual generalmente busco un resarcimiento por tanto cariño que sale y no vuelve. Ya llorando, voy a gritar que cualquier gramo de cariño que no pueda depositarlo en vos voy a tener que destinarlo a alguna otra cosa fuera, porque no soy dueña de reducir la desesperada producción de amor que genera mi cuerpo muriente y que -cuando eso pase, cuando algo o alguien más haya acumulado suficientes kilos de mi amor- te vas a enojar conmigo y me vas a preguntar por qué, por qué hacés eso, y yo te voy a recordar esta conversación.
Eso es lo que voy a decir y, efectivamente, es lo que va a suceder. Será un fenómeno curioso, realmente, puesto que es lo que yo supondría que debe pasar. La realidad, verás, tiene una sugestiva semejanza con la ficción, con la historia que yo escribiría si escribiera nuestra historia.

9.3.08

Tan- tatún- tatún- tatatún- ta...

Franco hizo un bollito con su blog y empezó a contar otro, con su voz de sangre tibia y un poco arenosa.
Vamos a escucharlo, que él quiere escucharnos decir algo:

7.3.08

Maravedí azul. En serio.

Mariela Laudecina. No sé quién es, y está bien. Así debería ser cada vez que uno compra un libro porque sí, pero la verdad es que la gente no practica esa clase de "lectura de riesgo". Esta vez me salió bien. Ella es... les dejo que la lean un poquito.

Monsieur Petit lu
Lo conocí en una editorial. La primera vez que lo vi tiró sobre el escritorio una taza de té humeante; puteó en marroquí, o en vasco, tal vez fue en alemán. Él es una invención de Witold, sino lo fuera, se peinaría como una persona normal y jamás lo hubiera reconocido.

Transeúntes.
Una mujer pasea con el novio, d epronto dice -voy a comprar caramelos- y le pide que la espere junto al cantero. El kiosko está en la esquina por la misma vereda. Apuesto a que ha sido una excusa para que la contemple desde lejos, con el sol detrás y el viento que la despeina convirtiéndola en una extraña, en una aparición perfecta y onírica, en un regalo fugaz, como todo aquello que él no advierte

Luces.
Cavó un pozo en la tierra. No se encontró.
Lo hallaron cavándose a si mismo, había comenzado por el vientre.

_____

El librito está muy bueno. Se llama "Ciruelas" y para mí son los cinco pesos mejor gastados de todo el mes. No sé si se conseguirá en algún lugar que no sea acá en Córdoba, pero bueno. Mala suerte para los extranjeros, pues los buenos artistas locales no son artículo de exportación.
[Insert despedida en algún idioma interesante]

21.2.08

¡Miren, es un activista político comiendo en McDonalds!

¿Ya les dije que los títulos no iban a tener que ver? Lo mantengo.

Vine a quejarme de lo difícil que es "el diálogo", la "pluralidad", el "respeto de la cultura del otro". Gastamos kilómetros de lengua en planear sistemas educativos que no opriman, que dialoguen con el educando, que dejen espacio para que cada uno practique su cultura. Sin embargo todas las culturas son el resultado de siglos de opresión, todas tienen sus tabúes funcionales al poder que ya están constituídas como religión o como moral o como lo que sea.
La gente viene y dice que hay que preservar la cultura del otro, pero en realidad cuando dicen "cultura" están pensando en adoración a dioses paganos, en medicina alternativa y en fiestas tradicionales. Pero ¿y la discriminación? ¿alguien va a respetar la homofobia, el machismo, la violencia familiar, que son constitutivas de algunas culturas? No hacerlo sería pecar de soberbia. Al fin y al cabo, la idea de igualdad y de libertad como principios máximos son propios de nuestra cultura. Son cosmovisiones contstruídas históricamente.
Ya sé. Yo tampoco quiero permitir esas cosas, pero tampoco puedo asegurar que la forma de vida que yo propongo sea mejor que la de esas culturas. Es más, yo debo tener mis propios tabúes sin damre cuenta, ¿me hace mal tenerlos? ¿qué ganamos con la tolerancia absoluta del otro? ¿siquiera es posible?

Ufa. Es difícil. Difícil.

12.2.08

Un mono que baila flamenco

Decidí que "I'm in love with my car" es producto de un terrible error, y que nunca debió ser parte de "A night at the opera" de Queen. Acaso la discográfica los obligó a ponerla porque una compañía de automóviles había pagado, o tal vez por soborno de otras bandas rivales que no querían que el cd fuera un éxito. Lo cierto es que nunca debió estar allí, porque arruina todo el cd y desluce las canciones limítrofes.
Por lo anteriormente expuesto, decidí re-grabar el cd SIN EL TEMA 3 (alias "I'm in love with my car") y exhortar -como ahora lo hago- a todos los interesados a que hagan lo mismo.
Sueño con un mundo en que "A night at the opera"sea un álbum perfecto; en que todas las personas, por propia decisión, dejen de lado la posibilidad de un tema tan estúpido como "i'm in love..." y se lancen a la libertad que encierra pasar de "lazing on a sunday afternoon" a "you're my best friend". Sueño con ese día en que la sensatez va a ganarle a la mediocridad.
Citaría "Imagine" ahora mismo, pero hay gente que podría tomarme en serio y odiarme para siempre jamás.

Ah, y aviso. Me cansé de pensar títulos, así que de ahora en más voy a poner cualquier cosa.

4.2.08

Excusaje

Creo que voy a inventar una religión en que la forma de demostrar respeto y admiración es un beso en el cuello. Un beso hirviente, breve y blando. Y va a significar "gracias".
La gente necesita excusas para hacer cosas que le gustan, así que todos se van a afiliar a mi religión para poder besuquearse.
Es un buen plan. Es un gran plan. Y voy a poder vestir una sotana blanca por la calle.

29.1.08

Feliz Cumpleaños

Me dije: hoy o mañana o, como última opción, pasado mañana es el cumpleaños de Franco. Voy a escribirle un mail.
Empecé con las esperanzas frenéticas y ciegas de siempre. Escribí: "feliz cumpleaños".
Después, nada.
Quince minutos de nada hasta que desistí y comencé a pensar qué quería poner. Los cumpleaños son una mierda, siempre lo han sido para mí ¿Por qué seguía insistiendo en hacer una carta? "Porque es lindo que alguien se acuerde", me dije, y en pos de no poner esta reflexión amargada como único testimonio de que me había acordado (aunque no supiera bien cuál es el último día de enero), pensé que podría escribir algo gracioso, que al menos le sacara una sonrisa.
Más nada. Como si las palabras del mundo se me hubieran lavado con toda la lluvia. Sonrisa... Franco se ríe de cosas amargas, de cosas ridículas, de cosas... de cosas que no sé. No puedo manejarlo.
Al fin y al cabo, yo misma no puedo sacar una sonrisa para mí. ¿Cómo se supone que la obtenga para alguien más? Encima, esto me amarga más y ni siquiera está bueno.
La nada seguía ahí, mirándome como un perrito medio zonzo. Así que hice el paso que faltaba:
No le escribo ni mierda.
Nada, nada.
Ni esto.
Nada.

23.1.08

Esto no es un poema.

Y si la felicidad fuera volar.
Porque volar es
la sensación de estar en el aire
la posibilidad de movimiento infinita
lo sublime del acto puro.

Y si la felicidad fuera volar, yo entendería que la presiento en ciertas cosas más o menos mágicas.
Hamacarme me provee la sensación.
Nadar en el agua me regala el movimiento.
Sentir el piano roza lo sublime del acto.
Y por eso y por eso y por eso y por eso y por eso y por eso y por eso y por eso y por eso
Cuando voy en el colectivo escuchando música y el aire de la ventanilla abierta me pega en la cara
puedo sentir el perfume de la felicidad
casi está ahí
casi la alcanzo con la mano
pero no
E igual es maravilloso.

22.1.08

La imposibilidad de decir algo es...

.










absoluta.

9.1.08

Uno sobre las distancias

Con mi madre la distancia la tejieron una tarde de abril y algunas palabras duras.
Digo que estoy sola, que la distancia tiene forma de muchas cosas, que con mi madre fue esa vez en que me llamó traidora, infame, hija de puta, olvidando quizás que aludía a nadie sino a ella misma.
Con otros, la distancia fue una última carta de frases corrosivas Y ya nada más hubo. Nada sino la distancia.
Digo que una ciudad está repleta de personas, que hay muchas formas de estar solo, y que con algunos la distancia es la traición y con otros es el amor, pero que a veces las dos cosas son lo mismo.
Hay un chico del que me separa la insalvable distancia de un año y medio. Y un anciano par de ojos del que me separaba el mar y ahora lo hace la muerte.
Con Mariana, la distancia son diez mil kilómetros de pesada tierra. Los dioses la han puesto ahí, acaso sólo para molestarnos. Y digo que son capaces de sembrar otra distancia letal si osamos burlar la landa.
Pero ya no lloro por ellos. Ni por mi madre ni por los chicos de antaño, el único que no mintió cuando dijo te Amo, el único que no mintió cuando dijo sos hermosa. Ni siquiera lloro por los amigos que se alejan caminando y no dan media vuelta para ver si los quiero alcanzar. Solamente digo.

Hay un chico que duerme en el corazón de Córdoba, y que nunca sueña conmigo. Nunca en su vida ha cerrado los ojos por mí, y acaso nunca lo haga. No cambiará el mundo ni recordará mi perfume el minuto antes de su muerte. Digo que todas las noches lloro por él, cuando la única distancia –la cobardía- dibuja nuevos colores para la soledad de siempre.

(09/01/08)