24.5.09

Susanita. Parece que nunca veremos quién.

A veces pienso si literaturizarse no es lo contrario que psicoanalizarse.
Por ejemplo: Cris, si pudieras novelar tu vida ¿podrías salir alguna vez de ella?
¿no quedarías atrapada -aun si yo la escribiera, la escribiera Quién- en las imágenes de piedra, en el laberinto circular de un sentido tan revelador como incomprensible?
Menos mal que no escuchás. La cuerda frágil del dolor sonaría otra vez, como se encapricha en hacer todo el tiempo, un mi gritado desde la garganta del recuerdo.

Y yo, que no me escribo. Hace cuánto soy mucho más que palabras, extiendo mi biografía audazmente fuera de los ojos del mundo.
Pero ¿cuánto entiendo sin escribir? ¿cuánto se evapora en la filosofía inmaterial de pensar sin las manos? El sueño, el colectivo, los apuntes, guardan entre sus partículas retazos de todo lo que preferí no saber.

Con la calma vuelven los miedos de siempre.
Morirme. Morirte. Morirlos. Morir y que la última cosa que haya escrito sea estúpida y estéril.
Todos los miedos empiezan con eme.
Porque empiezan conmigo misma.
Todos los miedos se pueden poner en palabras. La tecnología de los siglos ha tejido unos idiomas tan útiles para comunicar el miedo. No así el dolor. No así el amor. No así el deseo. Será por eso que a veces tenemos la sensación de que las cosas indecibles son las más intensas.

A veces pregunto si psicoanalizarse es entender menos que inventar. Como cualquier otra reconstrucción del sentido. Un método para llegar a una conclusión cruel y cobarde, como literaturizarse es un método para entender, espantado y espantoso. De las dos maneras llego a decisiones similares, pero desde cuerpos completamente distintos.
Lo que esta nota encubre es que hay una tercera opción. Aprender a volar, mirarse de arriba y tratar de entender la semiosis compleja de la Historia y la multitud. Cuánto soy en el mar de sufrientes deshermanados por el silencio. Cuanto soy, Cris, ante esa historia rojísima que tenés suerte de no leer. De no escribir. Porque sus fauces se cerrarían sobre vos en lugares donde no podemos alcanzarte.
Por vos y por todos, por el anchísimo tiempo que lame la tierra cuando no miramos, dejo de escribir esto y me voy lejos. Me voy donde los problemas son de todos y las respuestas dan revancha. Shh. Basta de palabras. Sabernos en clave literaria nos llena los pies de plomo.