24.11.06

Rito

hoy me dieron mi primer cuchillo. qué orgullo, ya soy grande, ahora puedo recorrer sola los barrios crepusculares.
antes tenía un ángel. pero ahora tengo un cuchillo, y no pelea, puedo llevarlo en el bolsillo o la mochila. al ángel lo regalé, no sé, ahora vive lejos, y a veces se olvida de mi nombre. pero ahora soy grande, puedo estar sola, ahora sé cómo matar gente sin ayuda.
hoy me dieron mi primer cuchillo. el rito fue simple: tajear al vagabundo que duerme en el baldío. yo me equivoqué un poco, pero pude arrancarle un grito. y me enseñaron a correr, limpiarlo, reír demente al otro lado de la calle.
hoy, sonreí desde hace días. desde que me había olvidado los ángeles en la plaza. y es que tengo mi primer cuchillo, ahora puedo ser grande, ponerle nombres y hacer tajos en el lienzo que anochece.

(17/11/06)

no quiero

no, no, el sueño
era horrible, el sueño, lo que soñaba anoche, o a la siesta, es lo mismo, vuelve siempre
está siempre conmigo.
las arañas, el tubo, tan pequeño, mi rostro asfixiado, el cuerpo estrujado entre sus paredes, húmedas y herrumbre.
vuelve siempre.
es un mandato, una seña, acaso. es la voz que crepita desde el fondo dice
ir por el tubo, sumergir la cara, a que te chupe la piel en su oscuridad compresora
dice no es nada no hables de esto dice ahora ahora ahora.
pero quién soy yo para negarme, me falta el aire como siempre, me duele el cuerpo igual que siempre, y qué puedo decir si el sueño vuelve se repite yo quiero parar
basta.
no quiero ya trepar el edificio por el tubo, es apenas un caño, negro, grasoso, las arañas
adentro las arañas su baba leve sus ojos turbios, bellísima, espantosa, las arañas, quiero que se vayan, no quiero hundir mi rostro entre sus patas.
y vuelve siempre. no, no, no
está siempre conmigo.
yo no sabía, no me había dado cuenta, me olvidaba cada vez, no respiro, ahora, falta aire aire aire yo quiero parar
basta.
Basta.

(14/11/06)

14.11.06

Nupcias en blanco

si a veces ando de blanco, es porque me caso.
con los ángeles, sus alas de viento y cabellos blancos, sus bucles de humo pardo, vaho milenario, opresivo, de leche tibia.
tengo seis niños que llevan la cola del vestido. pero salen corriendo, se llenan de barro, y yo escribo en cada uno una letra de tu nombre. ellos me traen flores, que juntan del cementerio, de los jardines, y yo me siento a armar el ramo, ciclópea tarea que se borra con el viento.
y cuando me visto de blanco es el gran día. los otros son simples: rosa, verde, amarillo. o marrón y negro, noche fría. pero blanco... blanco es el día en que me caso, invité a todos los seres que me siguen. y a los otros no, que jamás vendrían a verme, nadie me cree cuando hablo de los ángeles.
el cortejo de los ángeles es santo; sus cartas no me queman las manos, me curan la piel, bellos ángeles hechos de alas y humo. siempre que me caso me miran a los ojos. como si fuera una tormenta, océano pardo sobre el aire, me miran sin rozarme, apenas me besan sus flores magníficas al cuello.
y yo te espero, trenzándome el cabello con leche, la piel con sangre de ángel, todo para ser blanca y que me crezcan alas nupciales al fin. ellos no me tocan nunca, me desposan sólo para cuidarme, mi piel sigue virgen de sus labios de oro.
cuando me visto de blanco, es porque me caso con los ángeles. pero igual te espero, el ajuar bordado, las letras en la piel de los niños, hilos de agua, sal de primavera. vestida de blanco, plumas de pegaso, escamas de sirena de mármol.

(13/11/06)

y frío

Acá, donde el mundo es para esconderme, vasto, para esconderme de las cosas que no entiendo. No quiero tener más frío, pero quiero dormirme en el agua, ser abrazada por un sí, el río, la bóveda maravillosa. Acá donde duele no llegar, yo quería salir, tocar las cosas.
Este lugar y observa en calma mi lucha para verlo. No quiero más el frío, pero arrojarme hacia las cosas, saltar de la montaña, hacerme trizas sobre las piedras. Acá no impotan las demás manos, mis manos son todas las manos, nadie más lucha por arrancarse y permanecer.
Yo no quiero tener frío. Acá los nombres se desvanecen, y hay que observar cómo me destrozo hasta fundirme conmigo. Pero el frío me separa del agua, de nosotros, eterno ente.
Y yo que me siento a esperar algo, Dios, la muerte, mis manos...

(10/11/06)

7.11.06

Aquelarre

hoy fue un poco más que un día de polvo.
ella es tan cruel, a veces, no hallo sus razones, el secreto... pero soy de palabras, quién pudiera nombrarme sino ella... soy su Palabra, su sierva, no entiendo sus razones, y al final siempre me destruye.
hoy me mostró el escondite de las cartas. y fue mucho peor
que verlas deshacerse en el agua, que quemarlas en aquelarre dominicano, que morir con ellas entre los labios.
apenas pude esconderlas, encerrarlas hasta que dejasen de gritar. ella me obligó a echar vivos los muñecos a sus féretros. y no cavar la tumba, espera el momento propicio para la muerte sin gloria. para el olvido.
hoy fue mucho más que un día de polvo.
ella me cuida un poco, me da razones dulces para que llore de noche. me recuerda algunas cosas, el ángel nuevo que tanto habita entre mis cosas.
y yo aprehendí con paciencia las consignas. si ella sigue cerca, el infierno es también sólo palabras. así que armé otra vez el santuario roto, encontré las gemas para lucharle al tiempo. y logré que se quedaran los colores, quité el polvo de la armería, mi cuarto.
hoy fue un día pesado. ella vino, viene siempre, desordena las cadenas y me pone nombres nuevos. hacía ya mucho que la estaba esperando...

(4/11/06)

Fragmento de una carta que no escribí

pero la condena no fue leve, callar. y callarse en serio, las veces de castigo son terribles, no quiero ver sus ojos nunca más. nunca más ser culpable ante los ángeles.
callarse es masticar lo vivo que nace en mí. y tragarlo. la distancia así se vuelve fosa, y adentro los cadáveres se pudren en silencio.
por eso hago trampa a veces, elijo los azotes a la asfixia. infrinjo hablando con los pájaros, o dejando algo de mí en las tuberías de aire negro. lo que viene después... después...
en el estrado, los ángeles son tres. y tienen el mismo nombre, túnicas, colores belicosos. ellos sí pueden gritar, lanzarme cosas vivas, ellos sí que saben cómo lacerar la piel. pero no lo hacen, por eso se llaman ángeles, se llaman de otras formas que me está prohibido decir.
y el espejo (descubrí) está hecho de adjetivos. yo no puedo decirlos, no puedo hacer trampa porque sí. tampoco puedo lanzarme contra el reflejo monstruoso; me fue prohibido ser necia, decir esas no son mis manos.
quiero hacerlo, a veces, asomo la piel por entre las rejas y perpetro una palabra al azar. lo que viene después... después no...

(2/11/06)

6.11.06

Aprendizaje

Uno aprende cosas todos los días.
Aprende, por ejemplo, que el cuerpo no se agota en las heridas, que las noches de tormenta afectan los sueños, que nunca más quiero ver Casablanca.
O aprendemos a olvidar algunos años, a querer que nadie nos vea llorando, a reír de cómo me fascina la marca que tengo en el brazo.
Pero esencialmente, aprendemos tres cosas:
- Que el rechazo no es una imprecisión del lenguaje.
- Que (increíblemente) el mundo funciona sin que yo intervenga.
- Que no importa dónde escarbes, vas a encontrar sangre.
Si uno lograra aceptar estas cosas, ya no tendría que lidiar con los síntomas, ni tener que esconderse en el camino que va por Lisandro de La Torre hasta Suipacha, y de ahí dobla a Francia.
Todo sería, por lo menos, un poco más razonable.