7.3.07

Emoción Circense

“Nadie sabe lo que puede un cuerpo” dijo Spinoza, y todos pensamos bah, y fuimos a comprar ungüento para la cintura. Pero vino el Circo a defenderlo, a demostrarnos que sus cuerpos son tan inhumanos, tan de animal o de elfo que no nos queda otra opción que llorar y tratar de hacer piruetas sobre la alfombra.
Ayer los vi. Y anteayer. No puedo dejar de mirarlos, congelada entre el espanto y la fascinación, pensar que si en todos mis años no puedo lograr una belleza tal al menos una vez, habré desperdiciado mis días.
Pero verlos me revela el desafío. Son perfectos: vuelan por el aire, saltan, se contonean, cantan, y te miran con esos ojos que queman algunas cosas que corren aquí dentro. Son inmunes a la muerte, a la perennidad de sus espectadores, a esta impotencia que te hace querer morir antes que seguir encerrado en esta inmovilidad vegetativa. Son perfectos.
Y yo, que escribo, y debería decir apenas escribo, ¿cómo podría jamás igualar la emoción del acto de circo? Tengo que correr, ahora mismo correr hasta un espacio donde pueda aprender a bailar, a volar, a volver del cuerpo una ilusión cualquiera. Tengo que escribir, y con las letras dibujar, y con los dibujos moverme, y con los movimientos saltar en el aire como si fuera ingrávida. Tengo que hacerlo ya, y no sé por qué todavía estoy acá, escribiendo, escribiéndole a nadie, como si el relato fuera un sucedáneo de mi cuerpo, y pudiera acá suturar la herida que me causa esta imposibilidad.
Nadie sabe lo que puede un cuerpo, me dijo el circo. Y yo me quedé llorando –como siempre- mientras miraba en el espejo cómo no dejo de bailar desesperadamente.

(7/3/07)

3 Comments:

franco said...

de compadre... si, el circo es único. mejor que no haya animales, no hace falta agregarle brutalidad al proceso de aprendizaje de los artistas.

María (Letras) said...

Proceso de aprendizaje d elos artistas... eso es curioso. Lo charlamos más tarde (y me lo explicás) besos...

Pau Candi said...

¡Es hermoso, la putamadre! ... mirá vos, la impotencia podía ser bella, con esa abismal profundidad con que la belleza puede dejarnos boquiabiertos, inmóviles, yo puedos.