Y si nos fuéramos dulcemente, despegando centímetro a centímetro, fingiendo que es un juego, que no existe, que la distancia es un cuento de hadas. Y si nos abandonáramos entre sonrisas, si cambiáramos segundos de piel por otros segundos diferentes, con perfume de flores o de ciudad; si diéramos a cambio una sonrisa, y nos abandonáramos primero un minuto, y después dos, y paso a paso olvidáramos lo recorrido. Si saliéramos del amor como se sale del agua, o de la niñez, frescos y arrebolados. Si evitáramos el funeral de las promesas y simplemente nos fuéramos a dormir a otra parte, cantando bajito esa canción sobre barcos que ya no significaría nada. Si nos fuéramos de a poco, como de mentira, si dijéramos que las lágrimas son por esa película, si después del cine tuviéramos que hacer algo y ya no fuéramos a tomar el café. Si todos los días tuviéramos que hacer algo, algo que nos llene la mente y nos haga sonreír a pesar de la tensión, hasta que el cuerpo fuera olvidando (tiene que hacerlo) el contacto, el calor, la caricia específica, ese gesto que hacés siempre con los dedos sobre mis hombros. Si nos zambulléramos en un libro hasta que el perfume del otro -tu perfume tibio de mar- se perdiera entre los perfumes de otras manos pasadas, y los nombres fueran cualquier nombre, una ola más en el recuerdo. Y si nos fuéramos sin tantas palabras, centímetro a centímetro, sin decirle a nadie ni ponerle nombre al tiempo nuevo; si llenáramos la mente de ananá y música con letra, y cantáramos sin oírnos, sin oír nada, nada, ni el mar.
Si, casi sin hacer ruido, desenredáramos los futuros y los colgáramos de árboles diferentes, acaso próximos, no sé. Si saliéramos del otro como se sale de la niñez, del agua fría: con la cara brillante y sin mirar hacia atrás.
Subjuntivo
Hace 11 años.
2 Comments:
que triste-mente lindo... todo esto.
De lo mejor que te leí.
(hoy te comento aunque esté mal y mañana finja que no me acuerdo).
Que estés bien, María.
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