20.1.09

limadura limadez limancia paréntesis desliz metomoelatrevimientode roturadelaisotopíabibliográfica tontería unnosequé unquéséyo

pero que sí, te digo
que lo vi
yo, con mis propios ojos lo vi
llevaba un sombrero de tres puntas, una barba trenzada con lana roja
el corazón le latía fuera, atado al cuerpo con las mismas arterias anudadas
yo lo vi
tenía una sonrisa lacia y unas uñas tristísimas, como si lloviera a cada paso sobre el cemento de la vereda.
A veces se tiraba a la banquina a descascararse de la risa, y cuando ya había perdido suficiente piel continuaba su viaje. su viaje interminable. hasta el mar. o hasta el sol, que duerme siempre después que el mar.
Era un pierrot, lo vi yo con mis ojos, y todo el mundo que tenía sus ojos lo vio. Uno de verdad, no ésos de las canciones. Un pierrot. Un pierrot.
¿Feo? Jamás. De eso se trata. Los pierrot son hermosos y siempre van en singular, porque sólo saben ir solos.
Era hermoso. Si yo tuviera que poetizarlo le habría puesto alas, pero ya ves que no, esto es verdad, lo vi. Lo superví. Lo requeteví.
¿Color? Sobre colores no me preguntes, sabés que eso me hace mal. Era y simplemente era. Tantos detalles no puedo darte.
¿Querés acaso que describa lo agridulce de sus besos? ¿querés que relate con detenimiento el dibujo fantástico de cada una de sus escamas? ¿querés incluso que invente alguna historia que explique qué cuernos hacia ahí a las tres de la tarde un pierrot, criatura del vino y de la noche?
No. 
No merecés saber.
La sustancia melancólica que enchastraba sus ropas, los dientes, la luz de la luna, sólo podrá ser comprendida por alguien que haya dormido tranquilo menos veces.

1 Comment:

Anónimo said...

:)))) que bueno que es leerte. ya me hacias falta. eso ya te lo había dicho verdad? no importa.

beso