26.6.06

Breve Historia

Ante tiempos confusos, difíciles acaso, se presentó Él. El Salvador, el Único, el Elegido. Él... bien digo. Enseñó a Q la moral, enseñó la Fe, enseñó el Amor. Q fue pronto más que un cuerpo y ¡cuánto más! Una persona. Pudo, al fin, sonreír a la Vida, y hablar con Él era (al fin) realmente hablar.
Hubo que aclarar muchas cosas, porque los términos del trato eran confusos. Ya sabían que se sucederían siglos de filosofía por ello, y acaso nunca acabasen (eso creían). Y aun así hubo malentendidos... Él atacó duramente a todos los Seres Mágicos, y hubo que quemarlos en la hoguera porque no eran Dignos. También hubo que encerrar después a quienes lo recriminaban, porque... bueno... porque era Él, no más que eso.
Al final, se supo (o no) que nadie debía morir, pero es que entre ellos no se entendían claramente. Sin decir más, Q creyó que él prometía la Paz. Tal vez sí lo hacía, mas... no fue Paz lo que llegó al mundo.
Pasaron cosas... todos saben... Él, el perfecto, el inmaculado, el soberano, terminó por mostrar sus manos manchadas de Infierno, y Q aprendió el dolor, aprendió la naturaleza de lo impuro.
No hace falta pensar demasiado para saber qué pasó después... Q desconfiaba... y había palabras mucho más hermosas que lo invitaban a vivir de otro modo más acorde a sus costumbres. El Discurso de la Razón lo invitó por sus caminos nihilistas y allá fue, que se volvía positivo, que se volvía romántico, que se volvía positivo... Claro, cuando se sintió solo, volvió a añorar a Él que había sido por largas eras un consuelo, una verdad, un único abrazo omnipotente. Tal vez no real, pero si intensísimo y digno de Amar.
Así sucedió el Tiempo De las Confusiones, en que Q volvía a confiar en Él (acaso por desmemoria, por escucharlo... o por su necesidad de no morir tan pronto), y luego decía que no, que no, que ya superé esto, lo pasado pisado, bla bla bla... En fin, un vaivén de decisiones siempre absolutas e igualmente perennes.
Lamento no poder decir cómo termina (si termina) esta historia. Continúa sucediéndose insoportablemente junto al Tiempo, como si no hubiese de acabar nunca. Y es que no es, como parece, la historia muchas veces relatada del Cristianismo y el Hombre, sino en cambio mi propia y fantástica historia de Amor.
Sepan disculpar la franqueza.
(Viernes 4 de Enero de 1980. Oh, no, esperen... eso es lo que marca la computadora. Es la madrugada del 16 de Junio del 2006).

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