pero la condena no fue leve, callar. y callarse en serio, las veces de castigo son terribles, no quiero ver sus ojos nunca más. nunca más ser culpable ante los ángeles.
callarse es masticar lo vivo que nace en mí. y tragarlo. la distancia así se vuelve fosa, y adentro los cadáveres se pudren en silencio.
por eso hago trampa a veces, elijo los azotes a la asfixia. infrinjo hablando con los pájaros, o dejando algo de mí en las tuberías de aire negro. lo que viene después... después...
en el estrado, los ángeles son tres. y tienen el mismo nombre, túnicas, colores belicosos. ellos sí pueden gritar, lanzarme cosas vivas, ellos sí que saben cómo lacerar la piel. pero no lo hacen, por eso se llaman ángeles, se llaman de otras formas que me está prohibido decir.
y el espejo (descubrí) está hecho de adjetivos. yo no puedo decirlos, no puedo hacer trampa porque sí. tampoco puedo lanzarme contra el reflejo monstruoso; me fue prohibido ser necia, decir esas no son mis manos.
quiero hacerlo, a veces, asomo la piel por entre las rejas y perpetro una palabra al azar. lo que viene después... después no...
(2/11/06)
Subjuntivo
Hace 11 años.
2 Comments:
me hubiera gustado una carta asi
Pero las cartas fueron prohibidas hace tiempo.
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