26.10.06

Hambre

Ahora, yo y la angustia nos queremos comer el mundo. Antes, por lo menos, teníamos hambre. Pero ahora ni siquiera; sólo el color soso, inapetencia del aburrimiento.
Empezó así: hambre y sueño, refugio de soledades. Porque todas las demás cosas que hacía se llamaban más o menos esperar. Y ahí anduvimos revolviendo las montañas comestibles o de verse bien. Ahí anduvimos escarbando, aprendiendo a no hacer nada más.
Era mordisquearlo todo. Arrancarle la cabeza a las cosas, desgarrar cada pieza hasta los filamentos. Era perseguir los colores líquidos hasta en sueños para devorarlos con el ansia incurable de los días que ocultan sonidos.
Al menos así tenía sentido. Dormir la vida, comer el mundo. No esperar. No esperar.
Eso sí que tenía sentido.
Pero ¿y ahora?
Yo y la angustia seguimos persiguiendo las formas, pero no es lo mismo. Ya no quiero, no queremos. Gracias, no tengo hambre. No tengo sueño. Se quiere ir a dormir. No tengo, no tengo hambre. No puedo...

Hoy nos sentamos, codo a codo y no charlamos. Nos sentamos a no comer, a no dormir, que es siempre igual a esperar eso que nos desespera.
Ahora, yo y la angustia nos queremos comer el mundo, aunque sea imposible. Aun juntas, somos infinitamente pequeñas.

(7/10/06 à madrugada)

4 Comments:

... said...

(Insertar sonrisa triste)Gusta.

María (Letras) said...

Manuel tiene un montón de sonrisas distintas.
¿Y si María escribe hasta encontrarlas todas?

... said...

Pues entonces Manuel se quedaría sin nada que pudiera apasionar a otro corazón.
(Eso si asumimos que la incógnita de sus sonrisas puede, en algún punto, apasionar un corazón)

María (Letras) said...

Pero María sólo quiere encontrarlas, no robarlas.

No quiero quitarte nada que pueda apasionar otro corazón. No puedo.