4.9.06

Nadie me escribe. Nadie me llama. Nadie dice nada cuando digo que nadie me escribe y que nadie me llama. Nadie sabe si puedo o no ser una flor. Nadie quiere correr y regalarme un beso. Nadie me ha escuchado nunca y no me llaman Otro; me llaman, simplemente María.
Todos esos rostros que corretean de a montones... todos esos nombres imposibles de olvidar. Todas las posibilidades de mis manos, y yo sigo esperando a que vuelvan los cuerpos que maté.

Ya sé. Los murmullos que se parecen a mi nombre son apenas espejismos. Y aunque yo predique bailar, nadie puede hacerme dejar de errar cabizbaja entre mis pasillos.
Pero es que me gusto un poco. Huiría de mí su fuera un ángel? Porque todas esas cosas bellas siguen partiendo de mí a costas imprecisas que no puedo vislumbrar...

(y esto es sólo un comentario aburrido)

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